20 de febrero de 2014

Resonancias

No hace falta saber tocar el piano.
A veces solo basta con acariciar las teclas.
La música también resuena en la epidermis
o en la memoria de otros dedos que llegaron antes.
Hay días en que golpeas con furia las teclas graves
y otros en que arrastras los dedos suavemente
La caja de resonancia está siempre en tu propio pecho,
también las cuerdas, y las maderas,
y toda esa polilla que acabará apagando las notas
como mismo va silenciando nuestro propio recuerdo.

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