20 de marzo de 2014

Los regalos

Ella misma se compraba lo que luego envolvía con cuidado para abrir unas semanas o unos meses más tarde. Iba acumulando todos aquellos paquetes con papeles de distintos colores en un gran armario que tenía en la habitación en donde hacía años dormían sus hijos. Vivía sola y sus hijos estaban lejos. Cada mañana, justo después del desayuno, se acercaba al ropero y elegía al azar alguno de los paquetes más viejos. Mientras abría el regalo era feliz. Lo desenvolvía con cuidado, tratando siempre de que no se rompiera el papel que luego servía para envolver lo que compraba por la tarde en cualquier bazar de chinos o en tiendas de segunda mano.

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