Llega un momento en que también se diluyen las ausencias.
No sabes cómo logra embaucarlas el olvido
ni tampoco en qué momento las termina sepultando.
Solo el tiempo maneja esas mareas que nunca se detienen:
las ausencias, los reencuentros, los recuerdos,
y también la vida que se renueva de repente
como esa piel que solo aparece, recental y luminosa,
cuando logras deshacerte de otras pieles que te atenazaban
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