El mar tenía el color alisio del otoño en las tardes de verano.
La orilla ya empezaba a oler a cenizas de otros tiempos.
Se mezclaba la salmuera de tu piel con la de las olas cercanas.
Y la noche aproximaba siempre las llamas rebuscando esperanzas.
A la mañana siguiente, que puede ser hoy mismo en tu alma,
toda la vida se extendía renovada cerca de la arena negra de la playa.
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