7 de febrero de 2009

Kennedy Toole

El mediocre resiste, resiste y casi siempre gana. El único que ganó resistiendo fue Camilo José Cela. Los demás resisten, te pasan la manita si hace falta, te sonríen y luego cuando van a tomar el café se encuentran a otros como ellos y ya juntos se les ocurre montar la conjura de los necios, y acaban con quien sea, incluso con John Kennedy Toole.

2 comentarios:

Juanjo dijo...

Siempre he pensado que la vida de los que se creen importantes está tan vacía que precisan llenarla con conjuras como las que citas. Si emplearan parte del tiempo que gastan en mencionar miserias de otros en intentar pensar en algo provechoso, nos iría un poco mejor.

Cela, no he entendido bien tu postura para con él. Creo que lo salvas de la madiocridad y yo en eso te doy la razón, pero precisamente, como yo soy un mediocre superlativo, su "genialidad" me supera y no es santo de mi devoción. Su calidad como escritor supera mi escaso entendimiento, pero su arrogancia como persona superaba con creces mi estimación de la humildad como unos de los principales valores para ser realmente grande.

Editor dijo...

Lo de Cela viene porque permanentemente sacaba a colación la cita de que "el que resiste, gana". De hecho en Pascual Duarte abre el libro con una dedicatoria en la que recuerda a sus enemigos, "que tanto le han ayudado". Estoy completamente de acuerdo en que como persona dejó mucho que desear, y no digamos a la hora de defender a los que acallaban censurados ( y además él parece que participó activamente en esa censura) por el franquismo. Luego queda su obra. Ahí sí que le reconozco el talento, sobre todo en San Camilo 1936, La Colmena o Mazurca para dos muertos, entre otras. Peor parado resultó Kennedy Toole, que ni siquiera pudo ver convertido en libro lo que escribió. Traté de jugar con el destino de ambos. Uno, resistiendo, logró el Nobel, aumque para mí el Nobel de Literatura no es más que un mendaz reconocimiento que ha ignorado a muchos de los imprescindibles. No olvidemos que se lo dieron, por ejemplo, a Churchill. El otro de quitó la vida ignorado por los mediocres que no quisieron reconocer su talento.