12 de noviembre de 2009

Ensalada de canónigos




Ensalada de canónigos
J. Ramallo

Ediciones Idea. 235 páginas. 12,95 euros


Nos pasamos la vida abriendo y cerrando libros en busca de milagros. Quizá nada es comparable con aquellos clásicos que leímos con diecisiete o dieciocho años. Nosotros los de entonces, como decía el poeta, ya no somos los mismos. Con el tiempo es cada vez más difícil que algo nos sorprenda como nos sorprendió el primer libro de Kafka, de Flaubert, de Stendhal o de Proust. Esa sorpresa es aún más improbable desde la cercanía. Hay muchas excepciones que nos siguen enganchando a la literatura, y cada año descubrimos autores clásicos o contemporáneos que nos reconcilian con los argumentos y con las palabras. En esa cercanía y en esa bendita reconciliación incluyo Ensalada de canónigos, un magnífico libro de relatos escrito por el tinerfeño J. Ramallo. Me acerqué a él con el escepticismo con el que te acercas a todo lo cercano: autor canario, de menos de treinta y cinco años y sin ninguna referencia previa. Uno esperaba encontrarse un aprendiz con los errores clásicos de los aprendices, alguien todavía por hacer, un escritor en ciernes movido más por las ilusiones que por el talento y el trabajo necesario para llegar a ser un buen escritor. Pero con Ramallo he tenido que desterrar todos esos prejuicios previos: prosa sencilla, limpia y con un ritmo narrativo envolvente y preciso; argumentos urbanos, acercamientos a temas sociales palpitantes y un concepto universal de la escritura que se hermana con todos aquellos clásicos en los que habrá estado aprendiendo en silencio todos estos años. No conozco personalmente a Ramallo. Sólo sé de él por su foto en la solapa del libro. Los lectores de Canarias 7 sí lo tienen más cercano porque es el autor del blog alojado en la web del periódico Ofelia, blog de una perra desesperada. Lo único que les pido es que se acerquen lo antes que puedan a una librería y pidan su libro de relatos Ensalada de canónigos. Cuando lo lean estoy seguro de que coincidirán conmigo en que estamos a ante uno de los mejores escritores canarios de los últimos años. No exagero. Sé lo que me digo. La fuerza de su lenguaje y su capacidad de observación ya ha sido capaz de consumar un libro memorable. Ramallo es un escritor para este tiempo que viene con la lección aprendida de los grandes maestros. Se atisba en sus textos las huellas de Kafka, Chejov, Faulkner y de toda la buena literatura norteamericana de los cincuenta con Bellow, Philip Roth, Carver o Cheever. Y si no ha leído a estos autores, lo ha hecho indirectamente en otros que se amamantaron en sus textos. Eso es lo bueno de la literatura, que uno se puede formar también indirectamente, y disfrutar, como decía Vila-Matas, de todas las ventajas de cualquier otro viajero inmóvil. Es todo un lujo comprobar cómo, a pesar de los vaticinios de los agoreros más apocalípticos, aparecen magníficos escritores en la generación que se ha criado en las nuevas tecnologías. Vienen con una forma nueva de contar que complementa una película, una serie de televisión o un blog, pero que sigue volviendo imprescindible a la palabra. De esa palabra y de esos argumentos se seguirán nutriendo nuestros sueños. Siempre necesitamos ser otro sin dejar de nosotros mismos. Por eso no desaparecerá nunca la literatura. Se irá renovando como se ha ido renovando siempre a lo largo de la historia. Pero lo bueno los que van dando los nuevos pasos es que saben agarrarse a la esencia y al buen hacer de los grandes que les precedieron. Celebramos la aparición de J. Ramallo. Es una gran noticia para la literatura. Por lo que nos toca de cercanía podríamos añadirle que para la literatura canaria, pero en el caso de este escritor tinerfeño sería injusto ponerle límites y acotar su talento. Nace un escritor. Ése sería el titular más indicado. Ahí es nada.

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