Hay un árbol de los deseos
en el que vamos dejando papeles escritos.
La tinta traza el contorno de nuestros anhelos
y alguna vez conseguimos acariciar el sueño.
Otras veces esos papeles se secan en el olvido
o terminan arrastrados por otoños del alma
que transforman lo perdido en la más bella hojarasca.
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