23 de diciembre de 2008

Despistes

Abrió la llave del gas para suicidarse, pero en el último momento se arrepintió y salió corriendo a la calle a respirar oxígeno. Lo peor es que no avisó a su marido y a sus tres hijos. Al juez le dijo que toda su vida había sido una despistada y que se quería morir.


Si finalmente nos salvamos de las consecuencias de los despistes nos podríamos recuperar escuchando esta maravillosa canción que aquí cantan Aute y Silvio. Para el año que se avecina yo también apuesto por un rabo de nubes:

1 comentario:

Juanjo dijo...

Por norma general, y subrayando el caso de los hijos, esta persona va a pagar muy caro su despiste. A veces, la vida se encarga de imponer su merecido a la gente ante la inutilidad del estúpido martillo del juez.