7 de diciembre de 2012

Triunfos

Amanece y tú reconoces de nuevo el mundo,
los perfiles lejanos de las montañas,
el horizonte del mar que se perdió con la noche,
los pájaros que se escondieron silenciando sueños,
o ese azul que siempre llega repintando esperanzas.
También te reencuentras contigo mismo cada alborada.
Eres como esa flor nueva que ha brotado en el campo.
No importa que nadie se fije en ella.
Lo milagroso es su aparición en medio de la nada,
el triunfo diario de la belleza y de la mañana.

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