Primero aprende a navegar tus propias aguas,
bracea quedamente en todos los remansos
y descubre adónde te arrastran tus peligrosas corrientes.
Has de saber que lo que pierdes en cada naufragio
lo ganarás con el tiempo en la sabiduría de tu alma.
No te pares a recoger lo que ya no te pertenece
y aguarda con paciencia sin que ningún rencor logre envilecerte.
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