No hay ninguna máquina que se pare de repente. Todas avisan antes de volver al silencio. Ahora mismo escucho el rumor casi marino del ordenador mientras escribo. A veces tengo la sensación de que trazo las palabras en medio del océano y de que todo se lo está llevando la marea. Si escuchas un momento descubrirás que los ordenadores suenan como esas caracolas que llevan el sonido de las olas a todas partes. Cuando lo apagas parece como si te alejaras de repente de una orilla en la que nunca deja de golpear el océano contra las rocas.
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